Esta frase escrita en un papel, una libreta o en la pizarra de la clase, nos servía de diversión y te aseguraba una "panzá" de reir.
Recuerdo un juego que hacíamos con esta frase; Un chaval de la clase lo escribía en un papel, lo doblaba, y se lo daba al compañero de pupitre diciéndole "léelo y lo pasas". El papelito iba pasando de niño en niño con sus consecuencias, risas, algún golpe, groserías, carcajadas etc. Hasta que el maestro pillaba a uno pasándolo, cogía el papel y lo leía, la cara que ponía era bien diferente, dependiendo del maestro o maestra, unos simplemente sonreían y otros se enfadaban y castigaban a toda la clase.
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